El Val das Mouras, tradicionalmente llamado "Os entaladoiros" es un valle kárstico situado ente Ferrería Vella y Mercurín. La espesa vegetación mantiene un alto grado de humedad, lo que propicia el crecimiento de grandes cantidades de helechos, líquenes, hongos y musgo, así como muchas otras especies vegetales que prestan al lugar un aspecto irreal y casi mágico.

Entre las aldeas de Mercurín y Ferrería Vella, se encuentra uno de los parajes naturales más sorprendentes de la sierra caracterizado por su frondoso bosque de castaños centenarios, y donde pueden verse cuevas, torcas y rocas de formas caprichosas, aunque todavía es poco conocido. El lugar denominado tradicionalmente como Val das Mouras destaca por su misterioso aspecto -reflejado en su propio nombre- y constituye a la vez uno de los principales puntos de interés del geoparque Montañas do Courel, reconocido como tal por la UNESCO.

Además de su singular atractivo paisajístico, es una de las escasas muestras existentes en este territorio de lo que se conoce como relieve exocárstico. El proceso que da pie a la formación de este tipo de paisaje no es muy diferente del que origina las cuevas kársticas en los terrenos donde predominan las rocas calizas.

Las aguas que se infiltran en el subuselo interactúan con la roca creando el carbonato cálcico y haciéndola soluble. Así se forman las cavernas, simas y galerías de las que hay numerosas e importantes muestras en la sierra de O Caurel. El efecto erosivo del agua hace a veces que derrumben los techos de las cuevas y se formen las llamadas dolinas o torcas.

El relieve del Val das Mouras fue originado de una forma análoga -pero en la superficie del terreno en lugar del subsuelo-, al actuar la infiltración de las aguas en un estrato de roca caliza de poco espesor. La erosión ha dado lugar a un paisaje de formas caprichosas y laberínticas que se extiende por una superficie de unas cinco hectáreas de extensión. Los bloques de piedra caliza conforman un llamativo conjunto de cavidades de formas circulares y elípticas, grietas, corredores y pasadizos que se entremezclan con el souto de Mercurín, un bosque de castaños centenarios que los vecinos han aprovechado para la producción de la castaña.

El sendero que lleva al souto de Mercurín y al Val das Mouras no está muy definido ni señalizado, aunque hay un panel informativo en las proximidades de una de las dolinas. Hay que seguirlo por donde el terreno esté más pisado y después es preciso marcarse un itinerario propio para recorrer la zona. Durante el recorrido nos encontraremos con ciertas limitaciones que seguramente nos privarán de realizar un itinerario completo.

Es preciso tener en cuenta que visitar todo este complejo geológico puede requerir casi una jornada completa, debido a la complicada orografía del terreno y a la presencia de una abundante maleza que en ocasiones nos impedirá seguir avanzando. Por este motivo es preciso calcular bien el tiempo que se pretende dedicar a la visita.