La cueva de Tralacosta se cuenta entre las mejor conservadas de la sierra de O Courel, seguramente debido a los problemas que presenta su acceso.

La entrada -entre los pueblos de Paderne y Mercurín- es difícil de localizar y para recorrer su interior hay que deslizarse por grietas estrechas y descolgarse con cuerdas. La entrada de la gruta no está señalizada y para llegar a ella hay que remontar una fuerte pendiente por el cauce de un torrente que solo está seco durante la temporada de verano.

La cavidad se divide en dos secciones. La boca da acceso a una galería superior de unos ochenta metros de longitud en la que hay muy pocas formaciones calizas. Como esta zona es relativamente accesible, ha sufrido algunos destrozos vandálicos, al igual que ocurre en numerosas cuevas de la sierra.

Al final de esta galería se abre una hendidura que permite pasar a la parte inferior, mucho más espectacular que la primera. La grieta es particularmente estrecha -una persona corpulenta no podría pasar por ella- y por debajo hay un pozo de 27 m de altura por el que solo se puede descender con la ayuda de cordajes, siendo imprescindible con una amplia experiencia en espeleología y escalada.

Esta cavidad inferior, a diferencia de la otra, encierra una gran riqueza en formaciones calcáreas: estalactitas, estalagmitas, banderolas, coladas...

Este paisaje subterráneo no ha sufrido alteraciones y está entre los mejor conservados de la zona, junto con los de las cuevas de Arcoia y Chao de Mazairos. En su parte más alta -donde se abre la mencionada grieta-, se acerca a los treinta metros, pero más adelante el techo se vuelve mucho más bajo.

En cierta zona se aprecian las huellas de un derrumbe que puede datar de hace miles de años.